24/2/09

La próstata de Bernardo Provenzano


Por Gregorio Morán (LA VANGUARDIA, 08/03/08):

Para averiguar la trascendencia de una próstata mafiosa es menester un viaje tortuoso. Empezar, apenas se aterriza en Sicilia, enfilando la autovía que lleva a Palermo. En el lateral de entrada encontrará una especie de monolito alado que recuerda una voladura histórica. Es el lugar donde asesinaron, el 23 de mayo de 1992, con suficiente explosivo como para mover una montaña, al juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa y a tres guardaespaldas honorables. Si va usted en taxi le sugiero que pregunte, por más que le harán repetir la pregunta un par de veces como si no le hubieran entendido. Cuando el taxista le responda indicándole el lugar del atentado, ese es el momento en que tiene que insistir para conseguir la respuesta del millón: “¿Y dónde estaba Brusca?”. Porque esta historia, sin Giovanni Brusca, sería imposible. (Guardo diferentes retratos de Brusca, uno de los ejecutores más crueles de la historia de la mafia; hoy convertido en un renegado colaborador de la justicia, pero ayer capaz de disolver en ácido a los parientes de sus adversarios, niños incluidos.) El taxista, impávido, le señalará, con un gesto de distanciamiento, hacia un pequeño edificio de una sola planta recientemente encalado, una especie de depósito donde Brusca, el jefe de sicarios, recibió la señal a partir de la cual los coches del juez Falcone y sus policías acababan de pasar la última curva e iban hacia el cadalso. Y pulsó el mando a distancia.

El mando a distancia. Esa es la razón por la que saltamos de la autovía que lleva a Palermo desde el aeropuerto, hasta Mesina, en el extremo oriental de Sicilia, pero conviene detenerse 30 kilómetros antes, en una población de nombre para nosotros llamativo, Barcellona Pozzo di Gotto. Lo de Barcellona le viene, aseguran, de los catalanes del siglo XVI, y Pozzo di Gotto, de una aldehuela; se juntaron y quedó Barcellona Pozzo di Gotto, una población que cuando tenía 60.000 habitantes, tal que ayer, gozaba de singularidades tan propias como disponer de cien iglesias y seiscientos abogados. Sicilia es uno de los lugares donde menos se respeta la ley pero la paradoja la convierte en un auténtico hormiguero de letrados. Y es que buena parte de ellos están para eso, para garantizar legalmente la vulneración de la ley. La fina ironía siciliana, poco dada al sarcasmo pero muy aguda, concede a Barcellona Pozzo di Gotto tres historias llamativas. La del heladero que ganó un concurso mundial de helados que se celebra en Las Vegas, Estados Unidos; conseguir que una señorita de la ciudad alcanzara el estrellato de Miss Italia, cosa imposible sin la mafia; y, sobre todo, entrar en el cómputo del lugar más discreto y notable de Cosa Nostra cuando se supo que el mando a distancia que manejó Brusca y que voló a Falcone y a los suyos, procedía de la ciudad.

Aquí nació Attilio Manca, protagonista principal, aunque demorado, de nuestra historia. Un muchacho de familia asentada, padres profesores, que se dedicó a la medicina y que se convirtió con veintitantos años en un cirujano urólogo excepcional, por su formación, sus conocimientos y su edad. Estudió en Roma y París, y se instaló en la romana Viterbo. Un siciliano egregio que gustaba de volver a casa con frecuencia; hacia la madre, los amigos y las viejas amistades. Para quienes le trataron fue un tipo de excepción, culto, sensible, atractivo, soltero sin demasiadas ganas de dejar de serlo. Pero la vida es un sorteo y como a casi nadie le toca nada que no sea volver a jugar, los amigos de Attilio Manca, como media Barcellona Pozzo di Gotto, viven colaborando con la mafia. Y la mafia en la época que le tocó vivir a Attilio Manca, tenía un nombre. Bernardo Provenzano.

Hasta su reciente detención, en abril del 2006, Provenzano llevaba viviendo en clandestinidad 43 años. Culturalmente, sabemos que su fundamental fuente de saber era la Biblia; por lo demás, se trataba de un semianalfabeto, capo mafioso, responsable de innumerables crímenes y de todos los tráficos posibles; tráfico de droga, extorsiones y las dos actividades que más fondos reportan a la mafia: las obras públicas y la sanidad. La profesión médica es una fuente hasta ahora inagotable de fondos y colaboraciones mafiosas. (La historia de jefes mafiosos, y al tiempo médicos ejercientes, es amplia en Sicilia.) Pero ya fuera porque desconfiara del ilustre gremio del juramento hipocrático, ya fuera porque prefería las clínicas francesas, Provenzano se hizo operar en Aubagne, cerca de Marsella, población famosa por dos instituciones muy francesas y muy del espectáculo, la Legión y Marcel Pagnol. Gracias a la familia mafiosa que se ocupó del asunto, ahora convertida en colaboradora de la justicia, sabemos casi todo de la enfermedad de Provenzano. La próstata, la maldita próstata.

Esa era la especialidad de Attilio Manca y por más que haya múltiples sospechas y ninguna prueba, debió de ser requerido por alguno de sus amigos de la adolescencia, que incluía parientes cuya colaboración con la mafia está probada. Se tiene constancia de que, coincidiendo con el internamiento clínico del capo Bernardo Provenzano en la clínica La Casamance, Attilio Manca telefoneó a su madre, nervioso, excitadísimo, con toda probabilidad consciente de que debía hacer algo, supervisar quizá la intervención quirúrgica, que le podía costar la vida. Nadie tiene de paciente a un jefe mafioso que no pueda garantizar la fidelidad o la muerte. Lo cierto es que desde aquellas fechas fatídicas, Attilio Manca, que no era más que un cirujano con mucho futuro y escaso presente, se convirtió en un tipo esquivo y críptico en sus frases de doble sentido. Lo encontraron una mañana, en su apartamento de Viterbo, muerto por sobredosis de heroína, y con la evidencia de que la casa había pasado antes por un concienzudo limpiado de armarios y pertenencias. Sólo cometieron un error sustancial. El pinchazo de caballo estaba en el brazo izquierdo, y Attilio era zurdo.

En principio sus padres asumieron la catástrofe con esa resignación de quien no entiende nada pero sabe lo suficiente del destino como para conocer su condición de ciego, pero luego, conforme descubrieron algunos detalles, iniciaron una campaña, que aún prosigue, para saber la verdad sobre el homicidio de su hijo. Y entonces ocurrió algo muy significativo en Barcellona Pozzo di Gotto, y es que mientras había que dar el pésame por un hijo drogadicto, todo el mundo se mostraba amable y comprensivo, pero cuando el fantasma de la mafia apareció en el horizonte todo cambió y los amigos solidarios desaparecieron, por más que aparecieran otros, y las autoridades se mostraron esquivas y los jueces temerosos y nada diligentes. Empezó el aislamiento y las amenazas.

Y aquella ciudad modesta, con una burguesía pródiga en bienes, concentró la atención de muchos que hasta entonces no le habían prestado la suficiente importancia. La muerte de Attilio Manca echó sobre ellos una mirada que siempre había pasado de largo, y descubrió que era uno de los centros más importantes de la Sicilia mafiosa y que la discreción que compartía con el capo di capi Bernardo Provenzano podía consentir esa acumulación sorprendente de capitales, sin producción alguna y con grandes excedentes monetarios. Y todo lo que había empezado por el mando a distancia que había manejado Brusca y que se tradujo en el asesinato del juez Falcone y sus acompañantes, había sido decidido por Provenzano, quién sabe si en la propia Barcellona Pozzo di Gotto. La desasosegante historia del cirujano Attilio Manca y de su muerte, y muchas cosas más, están contadas con algunos pelos y muchas señales en un libro estremecedor que acaba de aparecer en castellano, El enigma siciliano de Attilio Manca (Editorial Cahoba), obra de un gran conocedor de Sicilia y de la mafia, el catalán de Barcelona sin Pozzo di Gotto Joan Queralt. Allí puede leerse esta reflexión de brutal actualidad: “No es fácil ser pariente de una víctima de la mafia, porque el coraje conduce a la soledad”.

El miedo a no tener jefe

Por Guillermo Altares *
Desde Corleone, Italia

En el club de jubilados de Corleone, nunca se habla por su nombre de los asuntos importantes. Son campesinos duros que han sobrevivido a la pobreza, a una guerra mundial y a varias guerras mafiosas, curtidos en el silencio y en la omertá, a los que les cuesta mucho creer que puedan venir tiempos nuevos. “Aquí no va a cambiar nada”, asegura uno. “Sí, ya verás. El pueblo está mucho mejor que cuando me fui y seguirá mejorando”, responde un inmigrante retornado. “Los cambios serán para peor”, replica el otro. Hablan del futuro tras la captura de Bernardo Provenzano, de 73 años, el último de los grandes jefes del clan de los corleoneses, el más violento que haya conocido la Mafia, el hombre más poderoso de la Cosa Nostra siciliana, apresado diez días atrás por la policía italiana a sólo dos kilómetros de Corleone, tras 43 años en fuga.

“Bernardo Provenzano salvó a
la Cosa Nostra al reorganizarla y establecer la estrategia de la inmersión. Pero es una pérdida de la que la Mafia no se recuperará, porque el próximo capo ya no tendrá su experiencia. La experiencia de alguien que controla los canales económicos, sociales y políticos, pero que también conoce a los pastores”, asegura Pippo Cipriani, alcalde de Corleone entre 1993 y 2002 y secretario provincial de los Demócratas de la Izquierda. “Con Provenzano, muchos han llegado a creer que la Mafia ya no es la organización que causaba los horrores de antaño, piensan que incluso garantiza la seguridad. Ahora se preguntarán si vendrá un período de lucha por el control”

El capo de todos los capos alcanzó el poder en 1993, tras la captura primero de Luciano Leggio y luego de Totó Riina que, saltándose todas las reglas centenarias, llegaron a dominar
la Cosa Nostra tras exterminar a los clanes palermitanos y a todos sus enemigos, sobre todo a los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. El nivel de violencia era tan elevado e implacable que, como explica el historiador estadounidense Alexander Stille en su libro Excellent cadavers, muchos pensaban que, para un policía, un juez o un político, sobrevivir era un signo de colaboración, activa o pasiva. Pero tras la salvajada de esos crímenes, el Estado italiano respondió y la Mafia sufrió una serie de golpes muy duros, el principal de ellos, la caída de todo un sistema de impunidad y connivencia entre políticos y hombres de honor.

Provenzano, con 50 asesinatos en su haber y tres condenas perpetuas en rebeldía, decidió entonces que los amigos de los amigos debían sumergirse. “Su estrategia fue no aparecer, no ser vistos, evitar todos los aspectos violentos... Pero eso no significa que la Mafia no siga aquí”, afirma Gianfranco Minissale, de 34 años, el responsable de
la Policía Nacional en esta localidad. “Desde 1993, Provenzano organiza una suerte de pax, porque comprende que cometer delitos que puedan tener una enorme repercusión no es positivo para los negocios. Pero su estrategia silenciosa no es menos peligrosa”, agrega Francesco Catalano, coordinador ejecutivo del Centro Internacional de Documentación de la Mafia y anti Mafia (Cidma), que también tiene un museo que muestra los horrores de la violencia mafiosa, que llegó a matar cada tres días en los peores años.

En apariencia, Corleone es un pueblo normal del centro de Sicilia. Un territorio lampedusiano y agrícola (el 70 por ciento de sus 11.000 habitantes vive del campo), rodeado de montañas, con muchas iglesias; café fuerte; hombres, tocados siempre con la gorra tradicional, que hablan en dialecto con hombres en las plazas (las mujeres participan mucho menos en la vida pública); con las pescaderías llenas y las carnicerías vacías durante
la Semana Santa. En los mercados, que huelen a hinojo, los campesinos venden sus productos. Como otros lugares de la isla más grande del Mediterráneo, a causa de la especulación mafiosa, Corleone ha sido afeado por las construcciones de cemento de varias plantas.

Las angostas calles del centro son bonitas, aunque teñidas por una pátina de tristeza: muchas casas viejas están abandonadas, una huella de la emigración, que ha sangrado Sicilia durante todo el siglo XX (hay tantos sicilianos, cinco millones, dentro de la isla como fuera de ella). Corleone pasó en 40 años de
18.000 a 11.000 habitantes. Como en tantos lugares de la isla, donde el Estado siempre ha sido extranjero y nefasto (excluyendo una edad de oro durante la invasión normanda, allá por los siglos X y XII), las cosas se resuelven puertas adentro.

Y, mucho antes de que Mario Puzo y Francis Ford Coppola decidieran utilizar el nombre de la localidad como apellido para la familia de El Padrino, Corleone ya era tierra de Mafia. Y se presiente en muchos detalles: durante las dos procesiones del Viernes Santo los penitentes llevan la cara descubierta por una vieja orden municipal: durante años aprovecharon el anonimato del capirote para llevar a cabo venganzas mafiosas.

“Nuestra historia no es sólo la de la Mafia, sino la de
la antimafia. Corleone ha producido los capos más feroces de la Cosa Nostra y el mafioso tiene un papel de condicionamiento social, político y económico importante. Pero aquí se ha desarrollado siempre una actividad anti-mafia tan antigua como la propia Mafia’, afirma Dino Paternostro, líder antimafia, director del periódico en Internet Città nuove Corleone y autor de varios libros sobre la ciudad, el último, Los corleoneses. Historia de los golpistas de la Cosa Nostra. Paternostro, que no lleva escolta y habla con total libertad (tanta que el 28 de enero le quemaron su coche), relata la historia de Bernardino Verro, el primer alcalde socialista de Corleone, asesinado en noviembre de 1915; de Plácido Rizzotto, partisano durante la Segunda Guerra Mundial, luchador contra la Mafia, que trató de impartir justicia social en una tierra dominada por el feudalismo y que fue secuestrado y asesinado en 1948. “Nosotros somos los hijos de aquellos campesinos, que aprendimos a leer y a escribir y a conocer nuestra propia historia”, asegura Paternostro.

Tras impulsar una ley para permitir el uso social de los bienes incautados a la Mafia, los ciudadanos de Corleone fundaron dos cooperativas agrícolas, en las que ya trabajan 100 personas. Sus productos –pasta, tomate, aceite y vino– son distribuidos en toda Italia bajo
la marca Libera Terra. “El arresto de Provenzano no cambia el sustrato económico y social en el que han crecido esos mafiosos. Hay que crear las condiciones para que no se reproduzca el problema y uno de los factores clave es el trabajo”, afirma Gianluca Faraone, presidente de la Cooperativa Placido Rizzotto.

“La población se siente sin duda más libre, porque era una presencia que condicionaba muchas cosas”, explica el alcalde Nicolo Nicolosi. El regidor quiere seguir impulsando el turismo y pretende organizar un circuito de la Mafia. “El pueblo puede sacar beneficios de la curiosidad”, asegura.

En el caserío donde fue arrestado Bernardo Provenzano, la policía descubrió 170 pizzini, pequeños trozos de papel que el jefe utilizaba para comunicarse con el exterior durante sus 43 años de clandestinidad. El contenido de los pizzini, que viajaban de mano en mano dentro de redes de máxima confianza, ha respondido a uno de los interrogantes que se planteaban las fuerzas de seguridad: si ese fugitivo de 73 años todavía controlaba
la Cosa Nostra. La respuesta ha sido un sí rotundo: era el jefe y era inmensamente rico (sólo su patrimonio personal era de 600 millones de euros).

“Los papeles demuestran que era el capo, que muchos se dirigían a él para todo tipo de asuntos”, afirma el alcalde de Corleone, Nicolo Nicolosi. “Es la forma más simple y segura para transmitir mensajes, pasa de mano en mano y dentro de una red muy discreta, y es imposible interceptarlos con cualquier método moderno”, explica el jefe de Policía, Gianfranco Minissale. Los pizzini, algunos escritos en código, con números en vez de nombres, y otros con preguntas como “¿A quién debo votar?”, han sido enviados a Palermo, mientras que un equipo de la policía científica, dirigido por Renato Blondo, está examinando con lupa el caserío. “Buscamos huellas, ADN, objetos escondidos, cualquier pista que nos permita saber quién estuvo aquí”, explica Blondo.


* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

 

El Barón


El pasado 5 de noviembre, la prensa internacional informó de la captura del “último padrino de la mafia siciliana”, de nombre Salvatore Lo Piccolo, apodado El Barón. Sin embargo, hace más de un año, el 11 de abril de 2006, la misma prensa internacional encabezaba sus primeras planas con una noticia similar: “es detenido el último padrino de la mafia”, pero en ese entonces se refería a la captura de Bernardo Provenzano, llamado El Jefe de Jefes; quien a su vez había sustituido a otro padrino de nombre igualmente Salvatore, conocido como “Toto” Riina, quien fue aprehendido en 1993.

Muy a pesar del discurso mediático que desea proclamar el final de la cosa nostra, tal parece que en realidad no hay últimos padrinos, ni existe el tan anhelado fin de la mafia italiana. Lo que hay es una sucesión de capos o capomafias que dan permanencia a esta poderosa organización, tal como lo reconoce la prensa internacional al señalar que, después de la detención de Salvatore Lo Piccolo, se abre una “fase peligrosísisma” debido a que puede surgir una guerra entre clanes por la sucesión del puesto del padrino atrapado, en el que fugitivos como Matteo Messina Denaro, considerado también como “el último de los fugitivos mafiosos”, jefe de la familia de los trapaneses, podría intentar tomar el lugar de Lo Piccolo. Así, el círculo parece interminable.

¿Cuál es la razón de esta longevidad y fortaleza organizativa de la mafia italiana?, quizá la respuesta no sólo encuentre en la naturaleza multimillonaria de los negocios que la mafia maneja, basados en un fuerte vínculo entre el tráfico ilegal de drogas y la generación de empresas totalmente legalizadas, que complementan y cierran la cadena de lavado de dinero (dichas empresas incluyen diversos servicios públicos en las ramas de finanzas, alimentos, energía, transporte, comunicación e incluso medio ambiente, por señalar algunos). Esta combinación entre tráfico ilegal y empresas legales, es característica no sólo de las mafias italianas, sino de diversas mafias a nivel mundial.

Pero es posible que la longevidad de la mafia italiana se deba a una serie de modos de proceder que le dan a esta una importante permanencia organizacional o social. Una clave para entender dicha permanencia, que no sólo está basada en el poder de los negocios, la encontramos en la obra maestra del escritor Mario Puzo, llamada El Padrino.

En ella se da una interesante definición del primer significado que tuvo la idea de mafia, definición que se encuentra en lo profundo de su arraigo social: la palabra “mafia”, nos dice Puzo, había significado en su origen: “lugar de refugio”. Fue éste el concepto básico con el que surgen las mafias entre 1830 y 1860 en los albores de la construcción del propio Estado italiano. La mafia era el lugar de refugio que los pobres tenían para defenderse contra los terratenientes regionales, la inquisición religiosa, los gobernantes corruptos y los policías del país. En la Italia del siglo XIX “los pobres habían aprendido a no demostrar su cólera y su odio por miedo a ser aplastados por aquellas autoridades salvajes y omnipotentes”, señala Mario Puzo y prosigue describiendo esta actitud social, en su novela escrita en 1969: “…habían aprendido a no proferir amenazas, pues de hacerlo las represalias hubiesen sido inmediatas y terribles. Habían aprendido que la sociedad era su enemiga, y por ello, cuando querían justicia a causa de alguna ofensa o agravio, acudían a la organización secreta, la mafia. Y la mafia había cimentado su poder estableciendo la ley del silencio, la omertà”. Para que el sistema de justicia de la mafia contra los poderosos funcionara, la comunidad debía, ante todo, guardar la discreción, es decir, callar: el peor crimen que un hombre podía cometer contra la mafia era violar esta ley del silencio.

No podía denunciarse ante las autoridades gubernamentales ningún ajusticiamiento o asesinato ejercido por la mafia, no podía delatarse ante el ministerio público ningún crimen, aun cuando éste fuera considerado inapropiado o inequitativo; no se podían levantar acusaciones contra la decisión tomada por el capomafia en turno.

Este era el precio de poseer una justicia más cercana, más propia, más real contra los ricos y los poderosos. “La omertà se convirtió en religión de la gente”, comenta Puzo ya que “las autoridades nunca les habían dado la justicia solicitada, y en consecuencia las gentes acudían a aquella especie de Robin Hood que era la mafia. Y la mafia seguía hasta cierto punto desempeñando este papel. Ante cualquier emergencia, a quien se pedía ayuda era al capomafia local. El era su previsor social, su capitán, su protector”. La mafia italiana, pues, se fundó, paradójicamente en el anhelo de justicia y en el menosprecio popular contra los sistemas de justicia corruptos. Lo paradójico es que este anhelo social, fomentó un círculo de crueldad, imposición y miedo, tan fuerte como el que quiso combatir. La mafia utilizó el terror a extremos tan graves como los propios gobiernos autoritarios o las empresas fundamentadas en el poder impositivo.

Con el tiempo, la mafia italiana, sobre todo debido a su internacionalización desde Estados Unidos, se convirtió en un brazo ilegal de los ricos y se separó de esta primera base social arraigada en los pobres locales, volviéndose cada vez más elitista, más sanguinaria y más cruel. Pero ciertas lógicas de sus inicios han permanecido y son una parte importante que colabora en la longevidad, no sólo de la Mafia italiana sino en aquellas que copian su modelo en diversas partes del mundo.

Podemos señalar por lo menos cuatro tipos de lógicas que siguen las mafias actuales, heredadas de su antigua experiencia en relación a los pobres: la lógica de la protección de sus miembros, la lógica del silencio o la discreción como regla de lealtad, la lógica de una libertad que permanece fuera de la ley, y la lógica de pertenencia a una familia basada en favores.

La lógica de la protección de sus miembros es una de las condiciones más atrayentes que ofrecen actualmente las mafias dentro de la llamada “sociedad del riesgo” que surge con la globalización. La sensación de encontrarse seguro al pertenecer a redes de poder que abarcan gobiernos, negocios y grupos sociales, en un mundo lleno de inseguridades (como el desempleo, la marginación, la aplicación convenenciera de la ley, la violencia doméstica, etcétera), sigue siendo un imán muy atrayente para diversos estratos sociales y políticos de la población, que no desean estar a expensas ni de la delincuencia común, ni de la justicia gubernamental que es de-sigual y favoritista, ni del propio crimen organizado.

No obstante, el precio que se paga por esta protección nos lleva a la segunda lógica: el silencio y la discreción como regla de lealtad. Como antaño, quienes se encuentran ligados a la protección de las mafias deben guardar silencio y aceptar la justicia omnipotente que ejerce el capo en turno; para obtener seguridad, es necesario ofrecer sumisión a una autoridad indiscutible, inapelable e incontestable. Si este poder sentencia muerte, muerte es la que se ejecuta. Así, la protección se transforma en sumisión.

Por otra parte, la lógica de la libertad, fundada en la perspectiva de la mafia, consiste en estar fuera del sistema legal, pero estar dentro del sistema de la propia mafia. Es decir, no se trata de la libertad total de los sistemas impositivos, sino del traslado o el cambio de un sistema por otro; aparentemente pertenecer a la mafia es un paso hacia la libertad personal frente a los sistemas que sujetan al hombre común y corriente; pero esta supuesta libertad, poco a poco se convierte en un paso hacia una nueva esclavitud. Y esta esclavitud inicia en la lógica de pertenencia a una familia basada en favores, una vez que alguien ha pedido y recibido un favor de la organización mafiosa –de la familia– debe estar dispuesto a pagarlo en los términos que establezca dicha organización. Si bien, en la práctica más elegante que propone la mafia, según Mario Puzo, “no se le obliga a nadie a pagar un favor haciendo lo que no quiere”, lo cierto es que cualquiera que sea la forma en que se exija el pago de un favor, ésta evaluará, ante todo, el beneficio de la cosa nostra, antes que el bienestar de quien paga el favor. El pagador de un favor no existe como persona, sino sólo como ejecutor del pago demandado. Si falla en ello, ofende a la familia y firma su sentencia.

En síntesis: el actuar mafioso no podrá desaparecer, mientras los sistemas legales sigan siendo corruptos e ineficientes. La mafia seguirá presentándose como una derivación de la propia corrupción de los sistemas legales. Se necesita una justicia efectiva, una democracia efectiva y una libertad efectiva, para poder hablar del fin, del verdadero fin, de la mafia . Se necesita advenimiento de la verdad, como estilo de gobierno, para proclamar la captura del último Padrino de la Mafia.


MARIO EDGAR LÓPEZ RAMÍREZ

Jefes de Cosa Nostra

Inicios

Bernardo Provenzano nace el 31 de enero de 1933 en Corleone, Sicilia. Hijo de una familia de campesinos, es el tercero de siete hermanos.

En su adolescencia, ya empezaba a mostrar cualidades para destacar en la vida criminal y Michele Navarra, el entonces capo de Corleone, lo reclutó.

En la década de los 50 Provenzano se puso de parte de Luciano Leggio en la guerra que estalló en Corleone entre los partidarios de éste y del padrino Navarra. Navarra muere en septiembre de 1958 y se cree que Provenzano era uno de los pistoleros. Leggio se convierte en jefe de la familia de Corleone y durante los siguientes años se dedicó a perseguir a los antiguos partidarios de Navarra hasta que acabó con todos. En mayo de 1963 el joven Bernardo pasa a la clandestinidad, se convierte de esta manera en el fantasma de Corleone.

Provenzano también tomó parte en la matanza de Viale Lazio el 10 de diciembre de 1969. De esta manera se eliminaba a Michele Cavataio, uno de los causantes de la primera guerra mafiosa y se limaban las asperezas entre las familias de Sicilia. En este asalto hay dos versiones: hay quien dice que fue Provenzano quien salvó la situación en el tiroteo con su Beretta 38/A, pero también hay quien dice que fue él quien disparó antes de tiempo alertando a los rivales.

Riina padrino

Provenzano siempre actuó un poco a la sombra de Totó Riina, aunque puede que los dos se ocuparan de asuntos diferentes: Riina de la parte militar y Provenzano de la parte política y contable, de ahí el apodo de “Binu el contable”, aunque también se le conocía como “el tractor” por la fuerza con la que derribaba a sus oponentes.

En los años 80 y 90, tal y como nos lo cuentan Lirio Abbate y Peter Gomez en su libro “Cómplices”, el fantasma de Corleone creó un feudo privado en la población de Bagheria, cerca de Corleone, donde de acuerdo con la clase política y una estrecha red de colaboradores, manejaba los hilos de la Cosa Nostra.

Provenzano padrino

Salvatore Riina es detenido en enero de 1993 y condenado a cadena perpetua por decenas de asesinatos, incluidas las bombas que acabaron con la vida de Falcone y Borsellino.

Tras la captura de Riina, Cosa Nostra pasa un momento complicado. Por un lado tenemos a Leoluca Bagarella, también de Corleone y a Bernardo Brusca, el ala más sanguinaria y cruel de la Cosa Nostra, partidarios de una confrontación directa contra el Estado. Por otra, tenemos al tío Binu, el tractor Provenzano, que pareció darse cuenta de que la lucha directa contra el Estado dificultaba los negocios. Finalmente Bagarella y Brusca son capturados en 1995 y 1996 respectivamente. ¿Sería Provenzano quien reveló su paradero a cambio de protección política, asegurándose de esa manera el liderato de la Cosa Nostra?

Lo que está claro es que la Cosa Nostra empezó a funcionar de nuevo. Las familias de los encarcelados empezaron a recibir más dinero, evitando los arrepentimientos. Se establecen nuevas alianzas con la clase política, como por ejemplo con Marcello Dell’Utri, número dos de Berlusconi y fundador del partido político Forza Italia. Hay quien afirma que Provenzano vendió a Riina a cambio de favores políticos y de que cesara el acoso contra la mafia. ¿Será verdad también? ¿Es cierto que Forza Italia se vendió a Cosa Nostra a cambio de un puñado de votos? Después de leer mis artículos, podéis daros cuenta de la estrecha relación que ha existido siempre entre la mafia y la política, llegando a ser a veces la misma cosa en Sicilia.

Evasión y captura

Provenzano estuvo huido de la justicia de 1963 a 2006, nada más y nada menos que 43 años. Y lo curioso, es que no abandonó la isla en todo este tiempo. La última fotografía que se tenía de él hasta el momento de su detención era de los años 50. De ahí que se piense que Bernardo Provenzano tenía un acuerdo con las autoridades.

En el año 2002 cruzó toda Italia en coche hasta Marsella para operarse de un problema de próstata.

A partir del año 2005, las autoridades comienzan a ponerle cerco. Finalmente es detenido el 11 de abril de 2006 cerca de Corleone.

División de Cosa Nostra

Antes de ser detenido, Provenzano atravesó algunas dificultades. La Cosa Nostra estaba dividida: tras la detención de Riina teníamos por un lado a Bagarella y Brusca y por otro a Provenzano con importantes capos como Salvatore Lo Piccolo, Matteo Messina Denaro, Giuffré y otras familias de Palermo. Como dije antes, Brusca y Bagarella fueron detenidos. Pero incluso entre sus seguidores había división de opiniones. Los contactos políticos que devolverían la paz a la Cosa Nostra (pactos con Forza Italia) no surtieron efecto. Empezaron a surgir cada vez más voces que decían que Provenzano era un colaborador y que por ello se le había permitido tanto. El hijo de Toto Riina, Giovanni Riina, en prisión cuando Provenzano fue detenido, gritó la palabra “sbirro” reservada para los policías cuando Provenzano entró en la galería.

Sucesión

Tras su detención, ¿quién tiene el poder en la Cosa Nostra? Salvatore Lo Piccolo de Palermo y Messina Denaro de Castelvetrano, son los mejor situados. Lo Piccolo fue detenido en 2007.

Pero quizás estamos pensando o dando una visión de la Cosa Nostra errónea, con un jefe supremo, un capo dei capi, y las cosas han cambiado. Cosa Nostra ha sabido amoldarse y acostumbrarse a las detenciones y ahora es más una federación y menos un Estado autoritario. En mi opinión, es volver un poco a los orígenes, cuando no había una cabeza tan visible.

Provenzano garantizaba una estabilidad, era capaz de mediar en las disputas internas. Los hombres más cercanos a Provenzano eran: Salvatore Lo Piccolo, Antonino Giuffré, Bendetto Spera, Salvatore Rinella, Vincezo Virga, Matteo Messina Denaro, Giuseppe Balsano y Andrea Manciariacina. Spera, Virga y Giuffré son detenidos entre 2001 y 2002. Provenzano en 2006. Surgen las tensiones entre los que quedan.

De los pizzini (notitas escritas en papeles) encontrados se deduce que Lo Piccolo y Rotolo eran los capos de Palermo. Las investigaciones demostraron que Rotolo agrupó a 13 familias de Cosa Nostra en cuatro clanes. Las manos derechas de Rotolo, Antonio Ciná y Francesco Bonura las gobernaban. Este grupo se oponía a Lo Piccolo, que defendía el regreso de la familia Inzerillo de Estados Unidos (habían sido aniquilados en la segunda guerra de la mafia y huyeron a EE.UU donde fueron acogidos por la familia Gambino). Finalmente Rotolo fue detenido en junio de 2006 y Lo Piccolo en 2007.

¿Será Matteo Messina Denaro el nuevo jefe?

 

Codigo Provenzano

Provenzano fue el líder indiscutido de la mafia siciliana desde 1993 hasta que su arresto, el 11 de abril del 2006, puso fin a 43 años en el negocio.
Cuando la policía finalmente lo pescó en su finca cerca de la ciudad de Corleone, que cobró fama en las películas de "El Padrino," su "centro de comando" definitivamente no era de alta tecnología.
El arsenal que Provenzano blandía para dirigir la mafia consistía en dos máquinas de escribir, una manual y otra eléctrica, un diccionario y una copia de la Biblia llena de etiquetas, subrayados y anotaciones sobre versículos del Antiguo y Nuevo Testamento.
Una tabla rústica de madera servía como escritorio sobre la que descansaban una casilla de entradas y otra de salidas, con las que le seguía el rastro al negocio.
MANTENLO ENTRE TUS DEDOS
Los "pizzini," escritos a máquina en papel cebolla y doblados decenas de veces hasta que pudieran incluso entrar entre dos dedos del pie, eran sellados con cinta transparente y enviados a través de una cadena de mensajeros.
"El lenguaje que usaba es el único instrumento que tenemos para entender la personalidad del hombre que encabezó por más de 10 años una de las organizaciones del crimen más poderosas," dijo Prestipino, quien escribió el libro junto al periodista Salvo Palazzolo.
Provenzano, quien abandonó la escuela en Corleone después de segundo grado, a menudo escribía en un italiano con errores gramaticales. Asignaba números del dos al 164 para sus cómplices, él era el uno, y muchos de ellos no sabían qué cifra refería a quién.
Uno de los cómplices más misteriosos era conocido como "el adorado Jesucristo." Figura en varias notas, en las que Provenzano le agradece por sacar a la mafia de aprietos.
"No sabemos si 'el adorado Jesucristo' es una persona o un grupo," dijo Prestipino. "Cuando escribía a sus subordinados, nunca revelaba las identidades."

Fuente: Agencia Reuters

 

Killer di mafia a 25 anni


''Spara alla testa e non sporcarti''
di Giovanni Bianconi (Corriere.it, 25 giugno 2006)

''Spara sempre due-tre colpi'', raccomanda il padrino al suo figlioccio. Parlano di come si ammazza una persona, e il vecchio detta le regole: ''Non ti avvicinare assai...
Non c'è bisogno di fare troppo scrusciu'', cioè rumore. I colpi possono attirare attenzioni sbagliate. ''Uno... per buttarlo a terra'', si inserisce il giovane, come a far capire di avere capito: ''Ne abbiamo già parlato di queste cose qua''. Ma il vecchio insiste: ''Quando cade a terra, in testa e basta. Vedi che in testa poi ti puoi sbrizziari'', che significa schizzare, macchiare; ''quindi subito...'', è bene fare attenzione.

C'è anche questa ''lezione di omicidio'' nei colloqui tra mafiosi intercettati dalla polizia nella baracca in lamiera costruita dietro il muro di casa da dove Antonino Rotolo, ergastolano agli arresti domiciliari, continuava a dirigere gli affari di Cosa nostra. (leggi Guidasicilia 20/06/06)
Il ''padrino'' è lui, e così lo chiama il suo figlioccio, Gianni Nicchi, giovanissimo ma già esperto uomo d'azione delle cosche palermitane. Nato nel 1981, figlio di un ''uomo d'onore'' condannato all'ergastolo, secondo l'accusa Nicchi è pienamente inserito nella ''famiglia'' mafiosa di Pagliarelli. Quando la polizia è andata a prenderlo, la sera del blitz in cui sono stati arrestati Rotolo e altre 45 persone, non l'ha trovato. A 25 anni Nicchi è già latitante.
''Gianni è mio figlioccio, però ti dico, per me è come se fosse figlio mio'', spiegava Rotolo a un altro mafioso: ''Con Giovanni, quando parli con lui è come se parlassi con me. È la stessa cosa...''. L'investitura del boss al ragazzo risale a meno di un anno fa, ottobre 2005. Un mese prima, nello stesso casotto c'era stata la ''lezione di omicidio''. Nicchi raccontava le mosse programmate per uccidere ''uno o più soggetti non meglio identificati'', come recita l'ordine d'arresto della Procura di Palermo.

Rotolo: ''Con chi lo vuoi fare questo lavoro?''.
Nicchi: ''Non abbiamo bisogno di nessuno, dobbiamo essere solo due''.
Rotolo: ''Parla piano! Due chi, tu...?''.
Nicchi: ''Io con Enzo, o io e Totò, e basta. Non abbiamo bisogno... Lo sa perché? Non mi devono blindare le strade, perché... la strada di passaggio libera fino in via Roccella...''.
Rotolo s'informa sulle armi: ''Un revolver l'uno'', ordina, e si raccomanda: ''Ma si devono provare''. Poi s'intrattiene sul numero dei colpi e dice a Nicchi di fare attenzione a non sporcarsi quando sparerà in testa alla vittima. Il ragazzo passa a descrivere l'abbigliamento: ''Pantaloni in cerata che appena lo tiro si strappa tutto, quello coi bottoni. E un k-way in cerata. Sempre col casco messo, e basta''.
Rotolo: ''E i guanti?''.
Nicchi: ''Quelli che ho io, in lattice, tipo quelli degli infermieri''.
Rotolo: ''Ma dico, hai provato a tenere il revolver con i guanti di lattice?''.
Nicchi: ''Sì, tutto, per vedere se mi scivola. Già lei me lo ha spiegato... abbiamo fatto tutto''.

Rotolo ha altre istruzioni per il dopo omicidio: ''Poi, tutto quello che hai messo si deve bruciare, o sennò vruricari'', cioè sotterrare, ''e vedi che facendo un fatto di questo, due tre giorni ti devi andare a chiudere, perché una traccia... rimane la polvere''.
Il vecchio capomafia teme la prova ''stub'', quella per rilevare le tracce di polvere da sparo sulla pelle di chi ha usato un'arma, e suggerisce al giovane una contromisura: ''Non ti scordare mai... Eventualmente il concime delle piante (...). Metti un poco di questo concime in un sacchetto...''. ''Già me lo sto andando a prendere...'', risponde Nicchi.
A Cosa Nostra il ragazzo non serve solo per sparare. Negli stessi giorni pianificava con Rotolo le estorsioni ai danni di commercianti cinesi di Palermo: sui negozi e sui rifornimenti di merce al porto. ''Padrino - diceva Nicchi a Rotolo - qui noi gli mettiamo non solo la tassa di rione... Gli mettiamo pure la tassa sugli sbarchi e negli imbarchi che loro fanno''.
Il programma per convincere i riottosi a pagare era pronto: ''Da giovedì prossimo gli facciano danno ai cinesi (...). Ora fuoco non gliene si può dare?'', domanda il figlioccio, ma il padrino dice che ''no, non ci si deve dare''. Il ragazzo ripiega su una soluzione più blanda: ''Giovedì notte, il corso dei Mille, tutti! Mettiamo l'Attak in tutti i negozi che ci sono''.
La registrazione è del 21 ottobre 2005. Il riscontro è arrivato con la nota di polizia della settimana successiva: ''Il 27 ottobre alcuni cittadini cinesi, titolari di esercizi siti nella zona della stazione di Palermo, denunciavano di aver subito il danneggiamento delle serrature dei rispettivi esercizi commerciali a mezzo dell'inserimento nelle stesse di colla''.

Provenzano, pizzini dal carcere

Repubblica — 12 gennaio 2008   pagina 6   sezione: PALERMO

Bernardo Provenzano, dalla sua cella del carcere di Novara, nonostante il regime di 41 bis, continua a comunicare con l' esterno con "pizzini" in codice. Suo interlocutore privilegiato un tale Bonavota, calabrese, che in più occasioni gli avrebbe inviato dei messaggi fermati dalla censura del carcere e persino un pacco, anche questo bloccato, all' interno del quale è stata trovata una lettera con insistenti riferimenti all' abbigliamento contenuto nel pacco e al numero delle taglie «quasi - dice la relazione dell' amministrazione penitenziaria - a volere ottenere un benestare con un riferimento ad una attività comunicata in codice. Il testo della missiva fa riferimento a precedenti comunicazioni da parte del Provenzano con riguardo alla taglia degli indumenti e reca insistenti riferimenti alla necessità che i familiari prendano contatto con Bonavota e con un avvocato dallo stesso nominativamente indicato». Dunque, per tagliare sul nascere questi strani contatti sui quali gli inquirenti non hanno affatto le idee chiare, il ministero della Giustizia ha deciso di aggravare il carcere duro per Provenzano, applicandogli il regime di 14 bis in aggiunta al 41 bis dell' ordinamento penitenziario che prevede l' isolamento in una cella in cui è vietata la televisione, la radio portatile, l' armadio con ante e specchi. Al detenuto viene lasciato il letto e un tavolo con lo sgabello. Un provvedimento che, nei mesi scorsi, è già stato applicato al boss mafioso Leoluca Bagarella e al capomafia trapanese Andrea Mangiaracina. Il nuovo regime di detenzione così inasprito verrà applicato a Provenzano per sei mesi. Ma non ci sarebbe solo la corrispondenza con questo calabrese Bonavota ad insospettire i responsabili dell' amministrazione penitenziaria. Altri tentativi di contattare il boss sono arrivati anche da un altro personaggio su cui sono in corso indagini. Questi elementi, si legge nel provvedimento del Dap, «appaiono rilevanti anche sotto un diverso profilo, che attiene al ruolo ed al riconoscimento di capo che allo stesso si verrebbe a riconoscere pur nello stato di detenzione a seguito della sfrontata intenzione di continuare a comunicare con l' esterno, e che può costituire motivo di allarme in sé per l' ordine e la sicurezza interna dell' istituto. Non può infatti garantirsi alcuna condizione di controllo della struttura penitenziaria, se all' interno qualcuno continua a comportarsi da capo mafia ovvero tale possa essere considerato dagli altri detenuti, dal personale di polizia, dai funzionari e dagli impiegati civili». Dubbi anche sul continuo uso della Bibbia da parte del boss che, si legge nel provvedimento del Dap, «ha provveduto a redigere in carcere appunti volanti e poi ha effettuato sottolineature sui testi a contenuto religioso la cui disponibilità gli era stata assicurata nel rispetto dei diritti fondamentali». Per il Dap, il vecchio padrino «ha dunque eluso la funzione di trattamento, perseverando in censurabili condotte che appaiono in perfetta continuità con il ruolo di leader dell' organizzazione mafiosa». Da parte sua, Provenzano si lamenta per la qualità delle cure sanitarie che gli sarebbero assicurate in carcere. «Mi sento come abbandonato dai medici», ha scritto in un messaggio inviato al proprio difensore, l' avvocato Franco Marasà, facendo riferimento al proprio stato di salute. Il capomafia lo scorso ottobre è stato sottoposto in una clinica di Milano ad intervento chirurgico alla tiroide. - ALESSANDRA ZINITI

Cosa Nostra senza un capo

Repubblica — 06 novembre 2007 

CHI è il capo della mafia? Il capo non c' è. E non ci sarà ancora per lungo tempo a Palermo e in tutta la Sicilia. Il capo non c' è perché al momento sul mercato mafioso non c' è un boss che abbia influenza per diventarlo, per fare il padrone degli altri. Non c' è nei pensieri degli uomini d' onore, divisi in fazioni e avvelenati da rancori antichi, l' idea di avere un capo di tutti. Non c' è nelle strategie di una Cosa Nostra che in questi mesi non ha strategie.È troppo spezzettata oggi la mafia, lottizzata. Più che un capo, la mafia siciliana sta cercando di ritrovare se stessa. Sbandata dalla cattura di Bernardo Provenzano e fiaccata dalle contrapposizioni fra Corleonesi e Palermitani, per la prima volta rischia di perdere il suo più importante elemento distintivo: la struttura verticistica. Rischia di perdere la Cupola, il suo governo. In altre parole rischia di perdere per sempre la voglia di un capo. E' cambiata Cosa Nostra, velocemente. «Si rovista dentro e sta provando a capire se resterà quella che è sempre stata o cosa potrà mai diventare», spiega il procuratore nazionale Pietro Grasso. Intanto è già meno "verticale" e più "orizzontale" di qualche anno fa. Molte "famiglie" e molti signorotti. Ci sono boss che comandano sui loro territori e lì soltanto. E non riescono mai a imporsi altrove. Come era Salvatore Lo Piccolo nella Piana dei Colli palermitana e nei paesi che si incontrano andando verso Trapani. Come è ancora il latitante Domenico Raccuglia a Partinico e ad Altofonte. Come è Matteo Messina Denaro nella provincia trapanese e in qualche borgata orientale di Palermo. E' lo stesso Matteo Messina Denaro che in molti indicano da un decennio come il nuovo Padrino, il boss di tutti. Tutti e tre eterni "aspiranti". A guidare mandamenti, Lo Piccolo e Messina Denaro addirittura a dirigere tutta l' organizzazione. Si sono arrampicati su per i gradini della gerarchia mafiosa ma alla fine sono stati sempre fermi, al palo. C' è sempre stato qualcuno che non li ha voluti più in alto. Troppi veti incrociati, troppe invidie, troppi tradimenti, troppe paure. Sono rimasti pretendenti perenni, candidati a sostituire prima Totò Riina e poi Bernardo Provenzano più nelle indiscrezioni rilanciate dalla stampa che nella realtà mafiosa. Nel frattempo, dietro di loro, è cresciuto un altro esercito. Cinquemilasettecento mafiosi. Nuove generazioni. Nuovi equilibri. Nuove mire. E nuove facce e nuovi nomi. Avete mai sentito parlare di Filippo Annatelli? E di Enzo Cascino? Dei fratelli Badagliacca? Di Angelo Monti? Sono tutti uomini d' onore sconosciuti, boss che oggi dettano legge nella città di Palermo. C' è una nuova mappa del potere mafioso che emerge da rapporti dei carabinieri, documenti di polizia e analisi della Dia, una "pianta" di Cosa Nostra che ha suddiviso Palermo in 8 zone, otto mandamenti. A loro volta sui mandamenti sono distribuite 27 famiglie. E ciascuna di loro ha un nuovo "rappresentante" e alcuni sottocapi. Eccoli, uno per uno, i nomi dei nuovi boss di Palermo. Cominciamo dal mandamento di Pagliarelli, il più vicino ai Corleonesi "carcerati" come Totò Riina e Leoluca Bagarella. Il "reggente" è Gianni Nicchi, che ha appena 26 anni ma ha già fatto l' "ambasciatore" di Cosa Nostra siciliana dall' altra parte dell' Atlantico per incontrare i trafficanti del New Jersey. Ha due vice che si chiamano Enzo Cascino e Michele Oliveri. Ci sono quattro "famiglie" sotto il controllo di Pagliarelli. Quella del Villaggio Santa Rosalia guidata da Salvatore Sorrentino, quella di Borgo Molara guidata da Giuseppe Cappello, quelle di corso Calatafimi e Mezzomonreale guidate da Filippo Annatelli e Pietro Badagliacca. A Porta Nuova, dove una volta comandavano boss storici come Pippo Calò, adesso ci sono Tommaso Lo Presti e Antonino Lauricella. Si chiama Salvatore Pispicia il capo di Palermo Centro, Angelo Monti quello del Borgo Vecchio. Ma quanto dureranno questi nuovi e giovanissimi capi? Quanto per esempio durerà Angelo Monti? Era cognato di Nicola Ingarao, il capo mandamento di Palermo centro fino a quando nel giugno scorso lo uccisero per «fare la pace», per favorire il rientro in Sicilia degli Inzerillo e degli "americani" che erano fuggiti nella guerra di mafia degli Anni Ottanta. E quanto durerà Giovanni Marcianò, appena nominato capo di Passo di Rigano? Quanto durerà se gli Inzerillo di Passo di Rigano decideranno di riprendersi un giorno o l' altro la loro borgata? Alla Noce, dove dieci anni fa spadroneggiavano i Ganci, c' è Pieruccio Di Napoli. A Malaspina c' è Salvatore Gottuso. Ad Altarello di Baida c' è Francesco Picone. Un elenco in gran parte inedito. Con spostamenti in massa di uomini d' onore da uno schieramento all' altro, con «famiglie» soppresse o accorpate ad altri mandamenti, con alleanze tanto azzardate quanto incerte. La mafia di Palermo sta cercando di riorganizzarsi, di ristrutturarsi e tornare ricca e potente come un tempo. Ci riuscirà? Di sicuro è in una fase determinante per la sua stessa sopravvivenza. E decisiva sarà la posizione che prenderanno nei prossimi mesi quei "carcerati" - i Riina e i Bagarella, i Graviano e i Madonia - quelli sepolti dagli ergastoli nelle carceri speciali. Avranno ancora il peso per dare ordini a quelli che stanno fuori? E quale «linea» suggeriranno, quale strada indicheranno dopo che per quasi due decenni hanno fatto sprofondare la loro Cosa Nostra nel delirio stragista? La partita è tutta aperta. Dopo la cattura di Salvatore Lo Piccolo è probabile che ci saranno altri morti a Palermo. Operazioni militari per riassestare equilibri o veri e propri raid per far divampare una guerra già annunciata. Dipenderà da loro, dai «carcerati». E dagli altri, gli «americani». In una Palermo così irrequieta, come potrebbero quei cinquemilasettecento uomini d' onore eleggere un solo capo? Cosa Nostra formalmente non ce l' ha da 23 anni. L' ultimo, nominato dalla Commissione o Cupola, è stato Totò Riina. Sulla carta è ancora lui il capo dei capi della mafia siciliana. Mai sostituito. Mai eletto un successore neanche dopo la sua cattura avvenuta nel gennaio del 1993. In realtà tre anni dopo però, nel 1996 (data ricavata dalla decifrazione dei suoi "pizzini" ritrovati), il comando è passato "naturalmente" a Bernardo Provenzano, l' altro boss di Corleone che poi ha governato fino all' 11 aprile dell' anno scorso. Il resto è cronaca di questi mesi. Schermaglie, vendette, spiate, qualche omicidio che gli investigatori hanno definito «operazioni chirurgiche». Cosa accadrà adesso, a Palermo nessuno può dirlo. Si può solo azzardare qualche ipotesi. E scorgere da lontano - come raccontano negli uffici investigativi - la nuova "classe dirigente" mafiosa della Sicilia negli anni prossimi venturi. Non un solo capo. Ma tanti capi. C' è chi punta su una terna, giurano che saranno famosi. Tutti e tre insieme questi «bravi ragazzi» oggi non arrivano a 90 anni. Il primo è quel Gianni Nicchi della «famiglia» di Pagliarelli, classe 1981, ricercato da quattordici mesi e già impegnato in missioni importanti come quella di tenere i contatti con l' America. Il secondo è Pietro Tagliavia, classe 1978, rampollo della "famiglia" di Corso dei Mille. Il terzo è Salvo Riina, classe 1977, secondogenito dello zio Totò, arrestato sei anni fa e fra qualche settimana in libertà. La Cassazione gli ha annullato la condanna. Forse saranno proprio loro il futuro di Cosa Nostra. - ATTILIO BOLZONI

David Belle - Parkour

17/02/2009

A l'occasion de la sortie de Banlieue 13 - Ultimatum, produit par Europacorp, ce 18 février, David Belle fait le point dans son livre « PARKOUR » (sortie ce mois) sur la naissance de cette discipline qui connaît un véritable succès auprès des adolescents. Il en explique la philosophie très proche des arts martiaux. Un art qu'il ne peut dissocier de sa propre jeunesse ainsi que de celle de ses ancêtres.

David Belle est considéré comme l'inventeur du Parkour, ce nouveau sport extrême qui se pratique en milieu urbain, fait de sauts, d'escalade et de course et popularisé par ses premiers disciples, les Yamakasi.

Pourtant David Belle refuse cette appellation "d'inventeur". Sa discipline il l'a développée à travers son histoire, suivant les traces et les valeurs de son père et de son grand-père. Pour lui, le Parkour n'a pas vraiment de créateur mais des adeptes. Tout est une histoire de famille en priorité.

Sous forme d'entretien, David évoque le sport en lui-même, son esprit, son côté presque spirituel au-delà du physique ainsi que ses différentes rencontres qui le mèneront là où il en est aujourd'hui.

L'œuvre en elle-même débute par une belle préface écrite par Luc Besson, le propos emprunt de beaucoup d'émotion est à l'image du reste de l'ouvrage. Le contexte est posé.

Et au fil des pages, on apprend rapidement que cette discipline n'a rien de bien nouveau. Le Parkour existe en fait depuis bien des années déjà et ne se résume pas à deux exemples de films d'action.

Ce qui frappe en premier à la lecture de ce livre, c'est l'humilité qui en émane ainsi qu'une certaine force bienveillante. Derrière une apparence de dureté se cache une forte sensibilité, autant de la part du personnage interrogé que de l'historique du sport en lui-même. "Parkour", c'est un peu l'épopée d'un héros moderne.

David Belle, au travers de ses diverses expériences, arrive à trouver les mots justes alliant ainsi parfaitement corps et esprit. Il sait ce que le mot vivre veut dire, il l'expérimente chaque jour un peu plus, profitant de chacune des secondes. Pour lui, tomber c'est mourir ! Nathalie Vandevelde