Por Guillermo Altares *
Desde Corleone, Italia
En el club de jubilados de Corleone, nunca se habla por su nombre de los asuntos importantes. Son campesinos duros que han sobrevivido a la pobreza, a una guerra mundial y a varias guerras mafiosas, curtidos en el silencio y en la omertá, a los que les cuesta mucho creer que puedan venir tiempos nuevos. “Aquí no va a cambiar nada”, asegura uno. “Sí, ya verás. El pueblo está mucho mejor que cuando me fui y seguirá mejorando”, responde un inmigrante retornado. “Los cambios serán para peor”, replica el otro. Hablan del futuro tras la captura de Bernardo Provenzano, de 73 años, el último de los grandes jefes del clan de los corleoneses, el más violento que haya conocido la Mafia, el hombre más poderoso de
“Bernardo Provenzano salvó a
El capo de todos los capos alcanzó el poder en 1993, tras la captura primero de Luciano Leggio y luego de Totó Riina que, saltándose todas las reglas centenarias, llegaron a dominar
Provenzano, con 50 asesinatos en su haber y tres condenas perpetuas en rebeldía, decidió entonces que los amigos de los amigos debían sumergirse. “Su estrategia fue no aparecer, no ser vistos, evitar todos los aspectos violentos... Pero eso no significa que la Mafia no siga aquí”, afirma Gianfranco Minissale, de 34 años, el responsable de
En apariencia, Corleone es un pueblo normal del centro de Sicilia. Un territorio lampedusiano y agrícola (el 70 por ciento de sus 11.000 habitantes vive del campo), rodeado de montañas, con muchas iglesias; café fuerte; hombres, tocados siempre con la gorra tradicional, que hablan en dialecto con hombres en las plazas (las mujeres participan mucho menos en la vida pública); con las pescaderías llenas y las carnicerías vacías durante
Las angostas calles del centro son bonitas, aunque teñidas por una pátina de tristeza: muchas casas viejas están abandonadas, una huella de la emigración, que ha sangrado Sicilia durante todo el siglo XX (hay tantos sicilianos, cinco millones, dentro de la isla como fuera de ella). Corleone pasó en 40 años de
Y, mucho antes de que Mario Puzo y Francis Ford Coppola decidieran utilizar el nombre de la localidad como apellido para la familia de El Padrino, Corleone ya era tierra de Mafia. Y se presiente en muchos detalles: durante las dos procesiones del Viernes Santo los penitentes llevan la cara descubierta por una vieja orden municipal: durante años aprovecharon el anonimato del capirote para llevar a cabo venganzas mafiosas.
“Nuestra historia no es sólo la de la Mafia, sino la de
Tras impulsar una ley para permitir el uso social de los bienes incautados a la Mafia, los ciudadanos de Corleone fundaron dos cooperativas agrícolas, en las que ya trabajan 100 personas. Sus productos –pasta, tomate, aceite y vino– son distribuidos en toda Italia bajo
“La población se siente sin duda más libre, porque era una presencia que condicionaba muchas cosas”, explica el alcalde Nicolo Nicolosi. El regidor quiere seguir impulsando el turismo y pretende organizar un circuito de la Mafia. “El pueblo puede sacar beneficios de la curiosidad”, asegura.
En el caserío donde fue arrestado Bernardo Provenzano, la policía descubrió 170 pizzini, pequeños trozos de papel que el jefe utilizaba para comunicarse con el exterior durante sus 43 años de clandestinidad. El contenido de los pizzini, que viajaban de mano en mano dentro de redes de máxima confianza, ha respondido a uno de los interrogantes que se planteaban las fuerzas de seguridad: si ese fugitivo de 73 años todavía controlaba
“Los papeles demuestran que era el capo, que muchos se dirigían a él para todo tipo de asuntos”, afirma el alcalde de Corleone, Nicolo Nicolosi. “Es la forma más simple y segura para transmitir mensajes, pasa de mano en mano y dentro de una red muy discreta, y es imposible interceptarlos con cualquier método moderno”, explica el jefe de Policía, Gianfranco Minissale. Los pizzini, algunos escritos en código, con números en vez de nombres, y otros con preguntas como “¿A quién debo votar?”, han sido enviados a Palermo, mientras que un equipo de la policía científica, dirigido por Renato Blondo, está examinando con lupa el caserío. “Buscamos huellas, ADN, objetos escondidos, cualquier pista que nos permita saber quién estuvo aquí”, explica Blondo.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
No hay comentarios:
Publicar un comentario