
06/10/2007 - 18:39 (GMT)
El polémico empresario del fútbol uruguayo Francisco Casal, se autoproclama el hombre más rico del país, se codea con magnates de la talla de Gianni Agnelli, Silvio Berlusconi o Massimo Moratti y transita al borde de la ilegalidad, recoge el libro titulado "Yo, Paco".
La obra del periodista Mario Bardanca, uno de sus principales detractores, establece un antes y un después en el fútbol uruguayo, y le quita el velo a un sin número de situaciones condicionadas por la opulencia y la concentración de poder.
"Yo soy el tipo más rico del Uruguay. El que me sigue más cerca (...) para alcanzarme le deben faltar 150 o 200 millones", propaló el empresario en una entrevista de ocho horas con el autor.
De origen humilde, Casal nació en Sao Paulo y a los siete meses se afincó en Montevideo con su familia.
Fue alcanza-pelotas del Estadio Centenario y según su propia calificación, un "mediocre" futbolista, que en 1968 se incorporó a las divisiones formativas de Defensor, a los 19 años fue transferido al Atlético Madrid y posteriormente cedido al Racing de Santander, con fugaces pasajes por Nacional, Fénix y Vasco Da Gama de Brasil.
A comienzos de los 80 se convirtió en empresario "para tener un medio de vida, pero fundamentalmente para dignificar al jugador", recuerda quien es desde hace dos décadas el representante de la mayoría de los jugadores uruguayos y titular de la empresa que posee hace nueve años los derechos de televisación del fútbol uruguayo y de la selección nacional.
El empresario fue recurrente a su condición de hombre forjado desde la base, que alcanzó el ápice por méritos propios, "empecé con un Fitito (Fiat 600) y hoy ando en una Ferrari. Y si quiero me puedo comprar diez Ferraris", ilustró. Se jactó asimismo de cenar con los entrenadores Fabio Capello y Marcello Lippi, de regar sus negocios con vinos de 400 dólares, alojarse en hoteles de 1.800 dólares la noche y vanaglorió el éxito de su gestión.
"Yo estuve atrás del Peñarol campeón de América (1987), del Nacional campeón (1988). Yo armé el River -argentino- del 86. ¡Qué voy a ser perdedor!", exclamó el actual agente FIFA.
En un capítulo titulado "El depositario de sospechas", Bardanca observa que los datos estéticos de su vestimenta, adornada por gruesas cadenas, anillos y pulseras de oro (...) "conforman un cóctel que podría llevar a asociar la imagen de Casal con lo ilegal".
Bajo el mismo segmento se desgranan los entretelones del sorprendente trueque en 2004 del zaguero italiano Fabio Cannavaro por el arquero uruguayo Fabián Carini, en el marco de una investigación que inició la justicia italiana en 2006 por denuncia de arreglo de partidos y sobornos, que terminó con el descenso de Juventus.
La voz grabada de Casal en un teléfono intervenido, le manifiesta al ex director general de la Juventus, Luciano Moggi, la conveniencia de que Cannavaro le plantee al vicepresidente del Inter, Rinaldo Ghelfi, su decisión de abandonar el equipo milanés.
"Pedíselo porque si no, yo a ese Ghelfi le como la cabeza", documentan sus palabras textuales recogidas por La Gazzetta dello Sport.
Un par de años después, Cannavaro levantaría la Copa del Mundo del 2006 y sería declarado mejor jugador del planeta, mientras Carini seguía calentando banco en el Inter, detrás de Toldo y Julio Cesar.
Durante su trayectoria empresarial, Casal afirmó haberle cambiado la vida a 600 jugadores y facilitado el techo a 300, bajo el marco legal.
"Dicen que lavo guita (dinero). ¿Sabés por qué abrí una empresa en Estados Unidos? Para demostrarles a todos los giles (tontos) que me acusan que se tienen que callar la boca. ¿A vos te parece que si yo lavo plata, la DEA me va a permitir poner una empresa en EEUU? ¡Por favor!", argumentó Casal.
Empero, "Yo, Paco", plantea que varios de sus negocios infringen la reglamentación de FIFA y las leyes nacionales, pero que no se actúa en consecuencia porque "hay una clase dirigente del fútbol complaciente y un poder político (...) que mira hacia el costado, por miedo o por compromiso".
El libro reconoce las habilidades de 'Paco' como empresario, aunque también hace un balance desfavorable en el plano estrictamente deportivo.
"Desde que Casal desarrolló su control hegemónico, el fútbol uruguayo cayó en picada. A partir de los años 90, Uruguay no volvió a ganar, salvo la Copa América (1995). Mayores y juveniles, los clubes y la selección se volvieron perdedores. El que ganó fue Paco", concluyó el autor.
Terra/AFP
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